Cronología: 27.000-25.000 BP. Periodo Gravetiense. Paleolítico Superior.

Material: Cerámica.

Técnica: Modelado.

Medidas: 11,1 cm alto, 4,3 cm ancho.

Expuesta actualmente en el Museo de Moravia en Brno (República Checa). Debido a su frágil estado de conservación no se encuentra expuesta al público, solo se puede contemplar una réplica.

La “Venus de Dolní Věstonice” es una pequeña figura femenina de bulto redondo modelada en arcilla, que se remonta al periodo Gravetiense del Paleolítico Superior (30.000-22.000 BP). Se trata de un ejemplo característico del arte mobiliar de esta época, englobándose en el grupo de las denominadas “Venus Paleolíticas” o “Venus Esteatopigias” ya que mantienen en su mayoría unos rasgos y convenciones comunes: pequeño tamaño, desnudez y un desproporcionado y exagerado volumen en el pecho, caderas, vientre y nalgas, dando una sensación de obesidad o gravidez.

En esta figurilla en concreto, podemos destacar varios aspectos morfológicos como su cabeza hecha sin ningún detalle ni rasgos, a excepción de dos incisiones oblicuas que pudieran interpretarse como los ojos, los brazos a penas están esbozados y pegados al cuerpo, los senos, nalgas y abdomen son voluminosos, y unas líneas profundas o hendiduras marcan la zona inguinal y el ombligo. La parte inferior de las piernas se encuentra fragmentada, con indicios de que pudiera acabar de forma puntiaguda para ser clavada o insertada en una superficie blanda.

Fue hallada en 1925 por el equipo de Karel Absalón en el Yacimiento de Dolní Věstonice, un campamento gravetiense al aire libre, cerca de la ciudad de Brno en la República Checa.

Situado en una zona de paso hacia el interior del continente europeo y junto al río Dyje, abrevadero natural para mamuts, renos o caballos, convertíendose la zona en un lugar estratégico y de abundante caza.

El campamento estaba formado por cabañas circulares con un hogar central. En una de esas cabañas, un poco alejada del resto, se encontró un primitivo horno con miles de pequeños objetos cerámicos esparcidos a su alrededor, fragmentados por estallidos, producidos al arrojarlos al fuego, representando en su mayoría imágenes zoomorfas y bolas. Se trataría de una de las primeras producciones cerámicas conocidas.

De esta forma la “Venus de Dolní Věstonice” se convierte en una pieza singular, al estar fabricada en arcilla.

Modelada con arcilla loessica de la zona, su aspecto lustroso se debe a que seguramente su superficie fue bruñida y pulida con un canto rodado o una gamuza antes de ser cocida. Su color gris-negro es producto de una cocción reductora, con escasa o deficiente cantidad de oxígeno en la cámara de combustión, produciéndose un proceso químico que transforma el óxido de hierro rojo contenido naturalmente en la arcilla, en óxido ferroso de color negro.

El rango de temperatura alcanzado en estos primitivos hornos sería de unos 600-800 ºC, temperatura suficiente para transformar el barro en cerámica, aunque puede considerarse una temperatura demasiado baja para alcanzar una buena vitrificación y dureza de la pasta. Por lo tanto, las piezas cocidas en estos hornos eran frágiles y quebradizas, al quedar “mal o poco cocidas”.

La producción de estas figurillas, fabricadas en distintos materiales como piedra, hueso, marfil y excepcionalmente en cerámica, abarca un periodo de tiempo muy dilatado y su extensión territorial va desde los Pirineos hasta el río Don en Rusia, manteniendo en todo el territorio conexiones culturales y artísticas, compartiendo una simbología común dentro de estas sociedades.

Junto a otros ejemplos conocidos como las Venus de Lespugue, Laussel, Savignano o Willendorf, presenta una cierta controversia respecto a su funcionalidad, ya que se cree pudo ser religiosa, presentándose como Diosa Madre, reproductiva o de fecundidad; fetiche o amuleto protector de las parturientas; imagen erótica, prototipo de mujer deseada dentro del ideal de belleza de aquella época, o como modelo de poder y matriarcado en las sociedades primitivas.

Rodeadas de un halo de misterio, interpretaciones e incertidumbres, las diminutas “Venus Paleolíticas” nos muestran su valor artístico y su fragilidad, junto a un mensaje enigmático, apasionante y lejano, lleno de dudas e interrogantes.​