Título: La Fuente del Tritón (1642-1643).
Autor: Gian Lorenzo Bernini.
Ubicación: Plaza Barberini – Roma.
Material: mármol travertino.
Altura: 6 metros.
Género y estilo: mitológico, barroco italiano.
Sobre las colas de cuatro delfines, se apoya una enorme concha abierta y de ella emerge Tritón, dios del mar, hijo de Poseidón y Anfítrite.
De rodillas y con las mejillas hinchadas sopla una caracola marina, de ella sale un potente chorro de agua silbante que cae sobre una piscina rodeada de pequeñas columnas de mármol. Esta especie de lago es de escasa altura, permitiendo una amplia visión del conjunto escultórico.
Entre las colas de los delfines, enlazadas con sus escamas encontramos la tiara y las llaves de San Pedro, símbolos papales y una heráldica con tres abejas de la familia Barberini. Fue una de las muchas obras que Bernini realizó a instancias de su mecenas Urbano VIII (Maffeo Barberini, Papa de 1623-1644).
Preocupado por el abastecimiento del agua en Roma, este Papa costeó la restauración del acueducto Acqua Felice, las mismas aguas que alimentarían la fuente. Esta formaba parte de la urbanización de la plaza donde la familia Barberini hizo construir un palacio, actualmente transformado en la Galería Nacional de Arte Antiguo.
Para su proyecto eligió varios bloques de mármol travertino, renunciando a la concepción escultórica del Renacimiento, que decía: “Una escultura debe realizarse de un único bloque”. Existen bocetos y dos modelos en terracota del proyecto en el Detroit Institute of Arts.
Ovidio le sirvió como fuente de inspiración: en el primer libro de la Metamorfosis, se describe como ordenan a Tritón tocar la caracola para separar las aguas tras el diluvio:
“Tampoco del mar la ira permanece y, dejada su tricúspide arma,
calma las aguas el regidor del piélago, y al que sobre él,
profundo emerge y sus hombros con su innato múrice cubre,
al azul Tritón llama, y en su concha sonante,
soplar le ordena, y en los oleajes y las corrientes ya revocan.”
Bernini, el gran escultor del Barroco italiano, esculpió la fuente con un aire emotivo y teatral: el volumen de los músculos, la pose, el movimiento, todo tiene un sentido escenográfico, sin olvidar la alusión al poder y el prestigio de quien encarga la obra.
Durante el siglo XIX la plaza sufrió una profunda remodelación. Desaparecieron antiguos edificios y se construyeron otros modernos de varias plantas, destruyendo el acceso desde la plaza al palacio. Esto ha alterado profundamente la armonía barroca de la plaza, el palacio y su fuente.