España es sorprendente, en cada viaje encuentras un paisaje, un rincón o un pueblo singular. El pasado agosto tuvimos el placer de viajar a la provincia de Cuenca cuyo territorio cuenta con enclaves notables dentro del Mundo Romano: ciudades, villas o centro mineros que salpican la geografía conquense. En esta ocasión, aprovechamos la oportunidad para visitar la Villa Romana de Noheda, célebre por poner al descubierto un grandioso mosaico tardorromano.
Emprendimos un corto viaje de 3 días, un tiempo limitado pero que bien organizado sería suficiente para contemplar el mosaico y continuar el itinerario con otras dos citas: la mina romana de “La Cueva del Sanabrio” en Huete. Está dedicada a la extracción del “Lapis Specularis” una piedra de yeso translúcida que emplearon los romanos para hacer ventanas.
Y por último Segóbriga, ciudad romana que conoció su mayor auge en los Siglos I y II de nuestra era. Coincidiendo con la explotación minera ya que fue el centro administrativo desde donde se controlaba la producción y distribución del “lapis” y cuyo comercio dio a esta ciudad prosperidad y riqueza.
Las casas de Cuenca se encaraman en las rocas, sus balcones desafían al vacío en un difícil equilibrio y sus paredes parecen brotar de la madre roca.
Casas de piedra sobre una isla de piedra, flanqueada y horadada por los ríos Júcar y Huécar.
Han transcurrido varios años de excavaciones y estudios para poner al descubierto sólo una pequeña parte de la villa (aproximadamente el 10%) y en su triclinium se encuentra un mosaico figurativo de 291 m2.
Sin duda debió ser una villa impresionante en el momento de su máximo esplendor.
El “Lapis Specularis”, espejuelo o cristal de Hispania es un yeso selenítico, cristalino y translúcido. Es un mineral blando que se lamina fácilmente y tiene la propiedad de ser aislante al calor y al frío.
Ya Plinio el Viejo lo menciona en su enciclopedia Naturalis Historia: “El mejor lapis de todo el Imperio se sitúa a 100.000 pasos alrededor de Segóbriga”
Su esplendor entre los Siglos I y III quedó reflejado en sus numerosos edificios públicos. Segóbriga contó con un teatro, un anfiteatro, un circo, termas públicas, un foro, una basílica y varios templos y mercados.
Erigida sobre un cerro tenía una gran situación estratégica con el paso de varias calzadas: la que unía Cartago Nova con Complutum y la conexión con Toletum y Segontia.